Puede parecer extraño (jugadores africanos en la liga)

Fuente: Umoya num. 101 – 4º trimestre 2020                         Joaquin Robledo

Thomas, Ekembi y El Zhar lideran la legión africana en una Liga llena de  promesas - Eurosport

Contado hoy, puede parecer extraño; pero hasta hace cuatro días la presencia de un futbolista africano en los equipos de la liga española era tomada casi como una extravagancia. Este hecho puede sorprender sobre todo a las generaciones más jóvenes cuando en la propia selección española se alinearon recientemente y a la vez Adama Traoré, hijo de malienses aunque nacido en Barcelona, y Ansu Fati, natural de Guinea Bissau y llegado a Sevilla con seis años. Este último se convirtió en el jugador más joven en anotar un gol con la camisola de la selección. A esta pareja podemos sumar a Iñaki Williams, nacido en Bilbao adonde sus padres, exiliados de Liberia a Ghana, acababan de llegar, quien debutó hace un par de años.


En este sentido, de los países de Europa Occidental, España es de los últimos en tener un apartado resonante de su selección ocupado por hijos de la emigración africana de primera o segunda generación. Alemania, Bélgica, Inglaterra, Países Bajos o Portugal lo pueden atestiguar. Y aún más, Francia, la actual campeona del mundo, obtuvo el título con 14 integrantes cuyas raíces están en el continente verde.
En puridad, ya había habido jugadores en la selección española que habían nacido en territorio africano, aunque en casi todos los casos se trataba de hijos de padres españoles que se habían trasladado a territorios bajo el control de España como Guinea Ecuatorial o el protectorado español en Marruecos. Cabe citar el caso de José Luis López Peinado y el de Pepito Ramos, nacidos ambos en Tetuán, y el de Álvaro Cervera, nacido en el 65 en Malabo cuando la ciudad ecuatoguineana aún era conocida como Santa Isabel. Un caso similar, aunque el puesto de trabajo paterno fuera en territorio bajo dominio francés, fue el de Gerardo Miranda: nació en Nuakchot, en la actual Mauritania. En este apartado recordamos a jugadores que nacieron en el África continental en territorios españoles aun hoy en día: de origen ceutí fueron José Martínez Sánchez ‘Pirri’, Miguel Bernardo Bianquetti ‘Migueli’, los hermanos Francisco y Rafael Lesmes y, el primero de todos ellos, allá por el año 42, José Bravo; de Melilla, el único internacional español fue Ramón Martínez Pérez, Ramoní.
También existen jugadores de origen africano que nacieron en España o llegaron acá de niños en épocas anteriores a los tres citados. A diferencia de ahora, su presencia en la selección parecía una situación más coyuntural, fenómenos aislados, que una dinámica social que lo propicia. El precursor sería Miguel Jones, hijo de ecuatoguineanos que llegaron a Bilbao cuando apenas tenía cinco años. Curiosamente no llegó a jugar ningún minuto en la selección pese a estar convocado en tres ocasiones. Como curiosidad, sí que formó parte de una alineación de futbolistas que nunca jugaron juntos pero que hizo fortuna entre la chavalería de los años sesenta y que terminaba con Murillo, Pinto, Losco, Jones, del Sol. Más adelante, Vicente Engonga, hijo de ecuatoguineano, disputó hasta 14 partidos internacionales en los últimos años del siglo pasado. Tuvo varios hermanos futbolistas pero ninguno alcanzó las cotas de este cántabro nacido en Barcelona.
Mención aparte merecen los hijos de la emigración que ya nacieron en España y juegan en los países de origen de sus padres. Varios, pléyade, por aquellos vínculos coloniales, en la selección de Guinea Ecuatorial, desde Benjamín Zarandona a Ibán Salvador Edú. Pero también nacidos en España encontramos jugadores en la selección de Marruecos, Achraf Hakimi y Munir Mohand; en la de Senegal, Keita Baldé; en la de Cabo Verde, Valmiro Lopes ‘Valdo’; en la de Gambia, Bubacar Njie y Nuha Marong; en la de Guinea Conakry, José Kanté Martínez; en la de Guinea Bissáu, Marcelo Djaló; en la de Kenia, Ismael Athuman, en la de Liberia, Joel Johnson y Boyson Wynney; en la de Sierra Leona, Alfi Conteh-Lacalle y en la angoleña, que ha visto debutar a Jonás Ramalho.
Anotamos en este apartado dos casos muy particulares: uno, el
gabonés nacido en Francia, Pierre Emerick Aubameyang, hijo de una abulense; otro, Munir El Haddadi, quien, tras no hacer carrera en la selección española en la que debutó siendo muy joven, ha conseguido que se modifique la regulación que impedía a los futbolistas jugar en otra selección nacional una vez se hubiera vestido la camiseta de una. De esta manera, Munir podrá jugar en la del país de sus progenitores: Marruecos.
Arrancaba el artículo señalando que, aunque no ahora, hasta hace cuatro días la presencia de un futbolista africano en los equipos de la liga española era tomada casi como una extravagancia. Los hubo, pero fueron casos excepcionales.
Alguno llevaba asociado el país metropolitano, como Mendonça,
angoleño-portugués que estuvo en la década de los sesenta. Otros se convirtieron en leyenda, tal es el caso del gambiano Alhaji Momodo, el mítico Biri Biri para la afición del Sevilla o de los marroquíes Ben Barek, Larby y Abdallah –que no tenían parentesco- en el Atleti y en el Málaga. Hasta en el año 96, Emmauel Amunike, un jugador nigeriano que venía de ser campeón olímpico ese mismo año, de anotar el gol decisivo en la final, reconocido como mejor jugador africano del año 94, fue recibido con todos los recelos en el FC Barcelona.
Su fichaje fue visto como un capricho del entrenador, Bobby
Robson. Aun hoy, reclama respeto, se queja de que no se le tome en serio. Y a la vez, deja al descubierto una certeza estadística: pese a que en los equipos de la Liga, tanto la masculina como la femenina, participan diversos jugadores y jugadoras de origen
africano, no hay entrenadores de ese continente en equipos punteros españoles. A ver si en futuros números de esta revista
podemos escribir que ese paso también se ha dado.

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