La economía es más importante que tu vida

Fuente:  https://kaleidoskopiodegabalaui.com/2020/09/20/la-economia-es-mas-importante-que-tu-vida/    

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El ministro José Luis Ábalos ha dicho que el gobierno de la Comunidad de Madrid ha puesto la economía por encima de la salud. Sin duda. El gobierno del estado también. La Comunidad de Madrid ni siquiera cumplió las fases establecidas para la desescalada en el mes de junio y en ese momento la responsabilidad recaía en el gobierno de coalición. Se permitió que Madrid avanzara sin cumplir con los requisitos epidemiológicos, plegándose a la presión del poder económico en una muestra de debilidad y falta de carácter del gobierno de coalición. Es decir, se priorizó la cuestión económica sobre la sanitaria. Lo cual entra dentro de la normalidad puesto que la economía es la prioridad del sistema capitalista por encima de las muertes provocadas en las guerras, los inmigrantes ahogados en el mediterráneo o los muertos en una pandemia. El capitalismo estimula la acumulación desenfrenada de riqueza independientemente del contexto o, precisamente, convirtiendo un contexto adverso en uno propicio para generar beneficios. Rentabilizar la muerte o la desgracia es una de las habilidades que promueve el sistema. Ábalos o Ayuso, la presidenta de la Comunidad, son solo dos peones más en este juego dramático.

Díaz Ayuso se ha convertido en objeto de críticas y petición de dimisión por su gestión de la pandemia en la Comunidad de Madrid. No sin razón. Es un desastre sin paliativos. No hace falta ser un experto en epidemiología. Solo hace falta viajar en metro, acudir a un Centro de Salud o estar contagiado por el virus y observar y analizar. Así podremos comprobar, sin ruedas de prensa ni otros eventos publicitarios, que hay un problema en el metro de Madrid con las frecuencias, el número de trenes y de maquinistas y las aglomeraciones, que en los Centros de Salud faltan medios y personal y que si estás contagiado, lo vas a saber tarde, el seguimiento será inadecuado y el rastreo una ficción. Si Díaz Ayuso no quiere ver esto es porque no quiere. No es una cuestión de conocimiento o ignorancia, de capacidad o incapacidad sino de voluntad. Pero Ayuso es solo la cara de los intereses que tiene detrás, que la dirigen y la mueven como una marioneta y, en el caso de que haya que prescindir de ella, pondrán otra cara que defienda y persiga los mismos objetivos. El problema no está en la persona sino en el grupo de poder que condiciona las decisiones con el propósito de obtener el mayor beneficio pecuniario.

Cuando te preguntan sobre los errores que has podido cometer y respondes que todos cometemos errores es una manera de no reconocer nada. Por un lado está la arrogancia, reconocible en muchos políticos, que impide el reconocimiento de un error y, por otro lado, la necesidad de no mostrar debilidad en un sistema que no tolera al débil. La actual situación pandémica es un ejemplo del cúmulo de errores cometidos por el gobierno del estado y la gran mayoría de los gobiernos de las comunidades autónomas y ayuntamientos. En los primeros momentos podríamos aceptar que los errores eran producto del desconocimiento por la novedad de la situación. Después ya no. En esto el gobierno de Díaz Ayuso se distingue notablemente. Su prioridad ha sido la economía, desde un primer momento, y en plena gravedad de la pandemia no ha dudado en conceder contratos de emergencia de manera poco transparente. Tampoco ha tenido reparos en defender su posición. Su objetivo es que la economía no pare. Lo demás es secundario. Por eso presionó, como representante de los intereses económicos de la región, que Madrid se saltara las fases de la desescalada. Cuando la realidad le atropella, como es la actual situación sanitaria de la Comunidad de Madrid, sigue en la misma línea. Su objetivo es evitar el desastre económico.

Y no es que la economía no importe. La economía importa. Tenemos que pagar facturas. Las personas tiene que trabajar porque tienen la mala costumbre de comer todos los días y sino trabajan aparecen problemas en las facturas de la luz, hipotecas y alquileres de viviendas o alimentos. Claro que es importante pero el objetivo en una situación pandémica es proteger la salud de la población. Este es el objetivo prioritario y en función de este el sistema tendría que adaptarse para que se cumpliera. El problema aparece cuando es el propio sistema, los poderes que lo sostienen, quien presiona para priorizar los intereses económicos frente a la protección de la salud. La mirada hacia la realidad cambia cuando tenemos la perspectiva económica o la sanitaria. Si fuera esta última se habría reforzado el transporte público, contratado personal sanitario y rastreadores, realizado inversiones en la atención primaria de salud y, en última instancia, si la situación así lo requiriera, se habría declarado un confinamiento total de la ciudad de Madrid y de los municipios que lo necesitaran. Todos cometemos errores pero la prioridad de lo económico en una situación de emergencia sanitaria significa cometer un error tras otro. En esto está el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Este hecho coloca a las madrileñas en una situación de vulnerabilidad preocupante. Aunque no solo se les considera sujetos meramente económicos sino que, a la vez, se les culpa de caer enfermos. Esta inversión miserable de la responsabilidad está vinculada a una mirada clasista y racista propia de los grupos de poder que sostienen los gobiernos, fundamentalmente, de la derecha. Pasamos de que el gobierno no proteja la salud de la población a que la población [una parte, la inmigrante y empobrecida] sea culpable por su modo de vida. Esta perversión viene a indicar que el mismo sistema que te esclaviza laboralmente y te empobrece, o te margina y aparta, es el que te acusa de enfermar o de propagar irresponsablemente el virus. Es decir, el sistema que crea las condiciones miserables en las que vives te culpa de vivir en estas condiciones. Esta sentencia forma parte de la cosmovisión capitalista. Somos responsables [únicos] de nuestros éxitos y de nuestras desgracias. Como si el contexto no influenciara. Al final los mensajes que nos transmiten son que la economía es más importante que tu vida y eres culpable de tus condiciones de vida. Mensajes que, por una parte, asimilamos y aceptamos y, por otra, nos enfadan. Son los posos que una educación en un sistema capitalista nos deja de regalo.

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