Fuente: La Jornada Juan Pablo Duch 14.08.21
El primer y único presidente de ese país que dejó de existir sostiene, en su alegato, que no fue decisión suya disolver la Unión Soviética y que dos hechos, ajenos a su voluntad, desempeñaron un papel decisivo para precipitar el final: el fallido golpe de Estado de agosto y la reunión en diciembre de los dirigentes de las tres repúblicas eslavas –Rusia, Ucrania y Bielorrusia, en orden de influencia por extensión, población y tamaño de economía–, impulsada por Boris Yeltsin.